Durante un año he realizado el taller de Movimiento Consciente planteado por Ina Dunkel en el espacio Marabal. El curso se imparte los lunes de 20:00h. a 22:00h. Forma parte del segundo año de formación en danza libre y creativa, que dirige Nuria Banal.
Finalizando el curso Ina Dunkel nos pidió una especie de retorno, de reflexión del proceso. En ese momento quedé un poco paralizado. No por la demanda, ya que reflexionar y analizar procesos después de vivirlos me ayuda a ordenar mi mundo interno, si no por qué camino podía transitar, con las palabras, para expresar algo de lo vivido durante un año.
La propuesta de movimiento consciente de Ina Dunkel es sobretodo una propuesta ética con el cuerpo. Se trata de ajustarse al cuerpo, al deseo de ese cuerpo en el presente. El discurso que maneja Ina al acompañar los procesos corporales y emocionales en clase, es un discurso basado en un profundo respeto por la diversidad. Y no quiero quedarme en palabras vacías que no ejemplifiquen:
Una secuencia podría empezar con un trabajo en el suelo, apoyado el cuerpo boca arriba, brazos y piernas extendidos, para pasar a trabajar la respiración y seguir con un movimiento de recoger las piernas, apoyando pies sobre el suelo, y bascular, levemente la pelvis sin levantarla del suelo. Haciendo que la fuerza provenga sobretodo del contacto de la planta de los pies.
Esta secuencia aparentemente simple, puede convertirse en una especie de ritual porque el diálogo que se establece con el cuerpo se asemeja al que propone el morfonanálisis y la antigimnasia. La escucha sutil de cada movimiento. Y algo que me resulta muy interesante: si hay un movimiento que me hace sentir placer, por más incómodo que pueda parecer, poder escucharlo y mantenerlo, hasta que sienta que viene otro movimiento o quietud a ocupar el lugar. Es decir, ir más allá de la consigna propuesta, para dejarse sentir verdaderamente, en presente, que es aquello que me pide el cuerpo, osea, que es aquello que me pido y deseo.
Esa escucha sutil, es una propuesta diferente, que ajusta el ritmo, al propio ritmo que desee el cuerpo. A lo largo del año se ha trabajado, físicamente, el eje, los movimientos laterales, el trabajo de suelo, brazos y piernas, el apoyo de los pies en el suelo, con enraizamiento (movimiento sumamente difícil para mí).
Pero no solo se han trabajado propuestas concretas si no que la escucha de Ina ha ido más allá preguntando en algunas sesiones, tanto al principio, como durante el paso de una secuencia a otra, cómo nos sentíamos, cómo sentíamos nuestro cuerpo o sencillamente si había algo que transmitir. Ahí radica la cualidad, no para llenar de palabra el contenido corporal, que basta por si solo, si no para ajustar aún más la sesión.
Recuerdo sesiones en que cada una de las personas del grupo estábamos ubicados de manera diferente: unas personas cansadas y con necesidad de trabajo de suelo, otras personas con necesidad de trabajo más activo, otras personas deprimidas, etc. Ese era el discurso del que partíamos y no era ese el discurso con el que salíamos. Porque el contacto con el cuerpo, el que es de verdad y el que respeta la secuencia y permite disfrutar del tiempo subjetivo, es un contacto, en el fondo, con la verdad propia. Y la verdad propia tiene que ver muchas veces con el ritmo.
- ¿Respeto mi propio ritmo?
- ¿Dispongo de energía para mis proyectos?
- ¿Tengo un espacio para escuchar(me)?
- ¿Cómo considero estar en quietud?
- ¿Cómo siento mis pies, hoy? ¿Y mis brazos? ¿Y mi cintura?
Muchas veces el discurso se desplaza al cuerpo, puesto que somos de alguna manera cuerpo pensante, por eso la propuesta de trabajo más sutil, individualizado, con el cuerpo en tierra, como bien me decía Teresa Ferrer (morofoanalista), a veces puede causar una cierta regresión, pero después del trabajo «regresivo» Ina propone un trabajo que siga la secuencia de la sesión:
- Trabajar el apoyo de los pies con el suelo
- Trabajar la sensación de movimiento de las caderas y pelvis
- Trabajar dejando ojos abiertos, cerrándolos y volviéndolos a abrir
- Trabajo individual, en parejas, en trios y grupal
- Trabajo de la fuerza, el contacto, la quinoesfera…
Manteniendo un cierto tono de contención ante lo que sucede, pero también de libertad ante lo que sucede. En movimiento consciente he podido disfrutar de momentos de verdad. Viendo a compañeros danzas, en una propuesta similar al movimiento auténtico , sentado, recogiendo las fotografías y las impresiones, los espacios y las relaciones de dos personas danzando «a ciegas».
Y una cuestión interesante es como esa sutileza, que ya he ido trabajando a lo largo del año, se ha traslado al cotidiano, permitiéndome escuchar cuando necesitaba suspirar, cuando necesitaba estirarme. Si bien la integración de lo nuevo en el cuerpo es sumamente compleja, ya que requiere un tiempo singular y no un tiempo de discurso mental, algo de lo sucedido ha ido parpadeando en mi cotidiano.
Y hacia el final del último trimestre Ina nos invitó al parque, para trabajar la escucha en otro lugar. Fue una sesión muy interesante. ¿Sería capaz de mantener un tono similar al sentido en clase? ¿Sería capaz de no sentirme invadido por los estímulos y sonidos de un lugar nuevo? Destaco la propuesta y consigna de subir las escaleras en silencio, cada uno a su ritmo, decidiendo parar dónde cada uno quisiera, dejándose impregnar por los colores, texturas, aire, sonidos de las pisadas, etc. Ina propone, en su taller, recuperar en el cotidiano la verdad corporal, es decir, la verdad propia.
Si alguien está interesado, su taller lo realiza en Marabal los lunes de 20:00h. a 21:00h. y dispone de la sala Iskali con un horario más amplio.