La primera vez que vi la exposición #TheBodies quedé en shock. Esta segunda vez se repitió el shock. En ambos casos el origen es el mismo; parece una carnicería, por el tratamiento que se da al cuerpo el que directamente aparece fragmentado, numerado y con una guía sonora asociada a cada número y por ende a cada pedazo.
La primera vez no hice caso a la guía, bastante estímulo tenía ya como para taponar también mis oídos. Esta segunda vez si, porque toda la intranquilidad que me producía la carne, me la contrarrestaba la voz del narrador, sereno y didáctico.
Los elementos de malestar se producían ante las equivalencias. Esa mano, puede ser mi mano, ¿Hay algo en esa mano que forma parte de mi? y a la vez está tan alejada. ¿Serán así mis huesos? ¿Es la pierna de ese señor que camina alegremente por la exposición proclive a ser mostrada en una urna de cristal y etiquetada?
Las preguntas dieron paso a
LA PREGUNTA
¿De quiénes son esos cuerpos?
Esos cuerpos pertenecen a alguien. Esos cuerpos están muertos, esos cuerpos no están enterrados o incinerados, ¿Donde van a rezar los familiares de esos cuerpos?. No en vano se llama Bodies, Cuerpos, y no Personas o Trozos.
En ese intento por ubicarme, vivía con repugnancia y curiosidad cada uno de los seres ¿Personas? ¿Expersonas?. Fascinado por la complejidad, y el tamaño de los órganos. Ese tamaño que hasta entonces era metafórico, en la exposición tenia un caracter material, mensurable y concreto. Esa parte es importante, porque mi esquema corporal viene determinado por las ideas y experiencias que deposito sobre mi cuerpo se puede decir que mi cuerpo es una construcción imaginaria y que el soporte físico de mi cuerpo es una extensión imaginaria de historias y biografía narradas por mí.
La primera sección mostraba fetos de distinta edad. Seres que en algún momento de la vida murieron. Era siniestro y maravilloso poder ver algo a los que solo unos pocos tienen acceso; médicos, enfermeros…
Y hay algo importante en la construcción de la exposición. La ausencia de movimiento, que muestra la congelación de las expresiones y que desnaturaliza los cuerpos. La vida se resume por el movimiento. Un corazón que late, pulmones que se contraen y expanden. ¿Es posible mostrar la vida sin la esencia de la vida misma?
Por eso cuando se ve a un difunto no se le reconoce, porque aunque fuera mayor, estuviera arrugado o enfermo mientras vivía y padecía tenía movimiento.
Dejando de lado mi experiencia, la riqueza plástica y casi sonora del cuerpo humano es fascinante. Pararse a observar los pliegues, la construcción de un cuerpo que almacena sobre si letras y poesía. La exposición de alguna manera habla de lo invencible, lo eterno y lo perecedero.
Se muestran cuerpos eternizados –podría decirse como las momias a las cuáles estamos más acostumbrados-. Y logra algo curioso, que la muerte no se nombre en todo el proceso. No hay muerte ni al inicio ni al final de la exposición.
De igual manera, aunque yo no pueda concluir el artículo he querido plasmar mi opinión. A partir de aquí, que cada cuál concluya o reflexione sobre impacto subjetivo que le provoque.
Página web exposición The Bodies.
Un comentario sobre “Bodies, la nueva momificación”