¿Qué tiene que aportar el arteterapia en cuanto a la agresividad? ¿Debe canalizar el impulso agresivo? ¿Debe darle un lugar? ¿Qué puede suceder en una sesión de arteterapia?
El ser humano en el proceso de socializar y crecer va internalizando normas, límites y pautas. Estas proceden de la familia, el entorno, la escuela, las autoridades morales y el mundo mediático. Esa internalización hace que en muchos casos la persona inhiba conductas de agresión, hostilidad, violencia en determinados contextos y derive esa energía a otras actividades socialmente aceptadas.
Hay personas que dirigen esos impulsos agresivos hacia si mismos, penalizándose por los actos que realizan, somatizando la agresividad en órganos -estómago, corazón… – tensionando el cuerpo, convirtiéndolo en una especie de coraza para protegerse de si mismos o de los demás, etc. Otras personas, sin embargo, dirigen esa agresividad, de manera inconsciente hacia personas que aman, la pareja, los hijos, amistades, etc. Y otras buscan el límite entre vida y muerte practicando deportes de riesgo o realizando conductas que puedan perjudicarlos.
Sobre todo en este momento histórico en que lo políticamente correcto inunda el discurso, si no damos espacio para la contradicción, la incoherencia, los deseos destructivos, no estamos dando espacio al ser humano. El ser humano no solo se dirige hacia la vida, si no que muchas veces se dirige hacia la muerte, sin poder frenar ese deseo de querer dejar de vivir. Una de las posibilidades de la arteterapia es dar lugar a ese deseo, darle forma, crear una producción a la que poder someter esos deseos para sublimarlos, para calmar esa sed, que como toda fuente, no dejará de brotar desde el nacimiento hasta la muerte.
No me quiero olvidar de grandes maestros de horror contemporáneo desde Edgar Alan Poe pasando por Stephen King -este último es un claro ejemplo de cómo puede canalizarse la agresividad en un acto de creación y fantasía y además vivir de ello-, Alfred Hitchcock, Stanley Kubrick. Luego tenemos ejemplos en el mundo del arte, como Miquel Barceló, y otros tantos que dirigen su impulso agresivo al mundo artístico. En el ámbito de la fotografía David Nebrera roza todos los límites rozando el límite al ser diagnosticado de esquizofrénico esa rozadura le permitió vivir y Joel-Peter Witkin que fotografía cadáveres. Hace poco también hablé de la exposición de Bodies , en la confección de la exposición no deja de haber un elemento de agresividad y hostilidad, esta vez usando el cuerpo humano como elemento plástico. En televisión podemos ver la inclusión de protagonistas violentos como en las series americanas Dexter , The Following – , American Horror Story o Hannibal (el clásico Hannibal Lecter).
Hay un libro muy interesante, llamado El encuentro con la Sombra: el poder del lado oscuro de la naturaleza humana, dónde además se aborda este concepto de una manera integral, no solo el componente agresivo de las personas, si no también, aquello que rechazamos de nosotros mismos, y que adjudicamos a los demás: Yo no soy malo, el otro es el malo, yo soy buena persona, él es mala persona, yo solo quiero el bien, el otro es el que quiere hacer el mal. Esa coraza en que no reconocemos nuestras propias tendencias agresivas y solo podemos proyectarlas a los demás, porque reconocerlas sería responsabilizarnos de que nosotros también deseamos que el mundo se destruya, que las personas sufran, o por lo menos, las personas que nos caen mal o nos han hecho algún daño. Victor Frankl deja claro en El hombre en busca del sentido claro que los que sobrevivieron a los campos de exterminio nazi no fueron precisamente los mejores (a nivel moral).
Además quisiera añadir el vínculo dolor-placer no puede separarse. Por ejemplo en la sexualidad, el límite de dolor disminuye y a veces queda confundido con el placer. Muchas prácticas BDSM que para las personas no practicantes pueden crear malestar, se basan en el dolor-placer, en la humillación, o el sometimiento, pactado entre personas adultas. Y no hay que irse a prácticas BDSM si no que en prácticas dónde no existe esta etiqueta, hay impulso agresivo, que es el motor sexual: te comería, te voy a comer, aquí te pillo y aquí te mato, vas a ver lo que es bueno (esta última frase está siendo usada como amenaza para iniciar el acto sexual), etc.
Otro gran ejemplo es el mundo mediático, políticos que son enjuiciados bajo el disfrute de los espectadores, que quieren que el escándalo público se magnifique: pagarás por eso, se veía venir, yo nunca me fie de él, si ha robado que lo pague. Y el placer y disfrute del público ante la caída de los líderes, sean del partido político que sean. Es una especie de nuevo coliseo romano.
Necesitamos dar espacio a la agresividad, a la proyección de nuestra agresividad sobre todo en los demás, tanto como necesitamos respirar.
¿Es mala la agresividad? No, la agresividad, el impulso agresivo y destructivo es humano, es sano y es real. Sólo cuando interrumpe a la persona, o o es descontrolado y se torna en un impulso que no puede frenarse, diríamos que es necesario un trabajo en profundidad. Por un lado saber el origen de esa defensa, porque hay que recordar que agredir es también defenderse de lo que se considera una amenaza y por otro lado ver en qué ámbito vital la persona puede ubicar ese impulso.
¿Cómo se trabaja desde la arteterapia la agresividad? Arteterapia puede tener muchos límites, pero entre sus límites no está la censura de la agresividad. Cuando se trabaja mediante herramientas plásticas, la agresividad tiene un espacio real y físico. El paciente puede:
En cuanto a acciones: Romper, desmenuzar, pegar, trocear, agujerear, esconder, guardar, cortar, embadurnar, tapar, desechar, atar…
En cuanto a creación: Puede crear un personaje, ponerle nombre, hacerlo transitar por una historia dramática que acabe por matarlo, hacer que sufra emocionalmente, que viaje a lugares peligrosos, que tenga malas relaciones o que nunca encuentre lo que desea , etc. También puede la persona realizar un muñeco, una pierna y colocarlo en otro lugar, darle múltiple funciones y significados tanto a los objetos como los cuerpos.
Recuerdo una sesión que tuve con una persona adulta, que en un determinado momento de la terapia sintió la necesidad de romper una producción que había realizado. Yo le pregunté si estaba seguro de querer romper ese elemento, me dijo que si y le propuse guardar esos fragmentos despedazados por si en otra sesión quería recuperarlos. Sesiones más adelante incorporó algunos pedazos de esa producción a una nueva producción más elaborada y desechó otros.
En arteterapia hay un espacio para la agresividad plástica, este espacio no es censurado, no es enjuiciado, se cuida que la persona se sienta segura de expresar plásticamente la necesidad del momento, mostrando una mirada serena ante su obra.
Existen trabajos y artículos que abordan la agresividad y la arteterapia. Se ha trabajado con personas que han sufrido violencia de género, en casas de acogida, etc.
Tesis:
Aplicaciones del arteterapia con adolescente gravemente vulnerado de Carolina A. Poblete (2008) (enlace)
Papeles de arteterapia (revista):
Posibilidades de autoretrato fotográgrico como herramienta terapeutica en mujeres víctimas de violencia de género: experiencia de un taller de Alejandra Zolezzi Vera (enlace)
Acompañando a Blanca. Trastornos de la conducta alimentaria y arteterapia de Marian Alonso (enlace)
Quiero y no puedo. De las resistencias y los límites en un proceso de arteterapia grupal y violencia de género a través del seguimiento de un caso de Pilar Ascaso Palacín (enlace)
Arteterapia y fibromialgia: las resistencias del dolor de Araceli Guiote González (enlace)
Artículos Prensa:
Arteterapia: la manera de evitar niños violentos (enlace) [En este caso, yo no hablaría de evitar niños violentos, si no de dar espacio a esa violencia, para que puedas expresarla. No hay que olvidar, que en el proceso de exploración infantil, es habitual que el niño se comporte de una manera amoral, por ejemplo haciendo sufrir a pequeños animalillos, como molestando a otros niños con los que no existe ningún vínculo empático, sin medir las consecuencias de lo que le puede estar doliendo al otro]
Me llamo Cristina y soy agresiva….jeje. En el laboratorio de Art in Process que compartimos en 2013 pude profundizar en mi personaje de «congelada» que suelo experimentar ante el dolor por agresividad. Un estado que me aleja de la propia agresividad y también de mi misma. ¿Qué me ha hecho sacar la rabia? pues la maternidad, como buena mamífera sacaba dientes y uñas cada vez que intuía que molestaban o hacían rabiar a mi pequeña. De hecho ahora pienso que la depresión pos-parto puede ser esa misma rabia confundida con tristeza, entre otras cosas. Un beso…me anoto el libro.
Cristina, disculpa que no vi tu comentario!!! Te agradezco mucho el aporte. Y que hayas compartido la experiencia en el laboratorio 4 arts. La verdad que tu personaje era muy intenso. Es súper interesante lo que comentas sobre la depresión post-parto como rabia confundida con tristeza. Un abrazo gordo!