Este sábado 15 de noviembre hicimos el primer día de la formación de arteterapia.
Pude observar un grupo parece muy diverso, muy profesional y muy interesante. En cuanto a la formación o profesión de base hubo de todo: personas que estudian medicina, cuatro educadores sociales -lo cuál me hace feliz porque es mi profesión de base-, una persona especializada en bellas artes, una profesora de danza, otra persona especializada en artes plásticas, una profesora de educación infantil… (¡espero no olvidarme de nadie!).
El reto cada año es muy elevando. Nuevas personas que SIEMPRE nos hacen replantear nuestra modalidad de acompañamiento y nos cuestionan como profesores. No es posible quedarse al margen de esa interacción, el aprendizaje y los retos están asegurados y a veces, claro que si, tenemos dudas.
El viaje, como bien dijo Oscar Galindo es compartido. No por querer ser profesores de «buen rollo» si no porque nos encontraremos con lo incierto tanto los alumnos como los profesores y deberemos resolverlo entre todos. Cada uno, por supuesto desde su rol y su papel, pero se trata de estar presente cuando algún alumno pueda tener dificultades, y también, como no, cuando algún profesor pueda tenerlas.
Queremos ser lo más honestos posibles, y no quedarnos anclados en una formación que no se cuestiona. Nuestra formación está viva y así debe ser. Aunque sea una formación modesta en cuanto a su presupuesto y la cantidad de horas ofrecidas, creemos que tiene la suficiencia como para que puedan adquirir conocimientos reales, tanto experienciales como teóricos entorno al acompañamiento (no terapéutico) artístico/creativo de distintos grupos.
Así que desde aquí quisiera agradecer a cada alumno y alumna que haya apostado por esta formación y también deseo que haya valido la pena la apuesta, que se produzca aprendizaje y que se de un cambio que deje algún tipo de poso en la persona. Para poderse preguntar:
¿Qué me trajo a este lugar y qué me llevaré cuando finalice este proceso?