Limitar sin afecto; el caso Luis |#DiaES|#Edusoday2018|

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#DiaES : 2 de Octubre de 2018, día Internacional de la Educación Social 

Cuando finalicé la diplomatura de educación social, allá por 2007, recuerdo como Violeta Núñez -magnífica profesora-, nos recomendó que nos colegiáramos.

Era una manera de mantenernos activos, críticos, en contacto con otros profesionales del ámbito social e invertir en la profesión.

Así lo hice, no solo por su recomendación, si no por la necesidad de contar con el respaldo del colegio profesional.

Gracias a haberme colegiado, puedo acceder, entre otras cosas, al servicio de ocupación y orientación profesional.

Me escribió María Figueras (técnica de comunicación del colegio de educador@s sociales de Cataluña), para preguntarme, al igual que a otr@s colegas de profesión, si quería participar en la celebración del Día Internacional de la Educación social.

¿Pero cuál era el requisito de participación para celebrar el #DiaEs #Edusoday2018 y #Thefinestjobintheworld?

Pues algo arriesgado: ¿Cómo ser educador/a social y no morir en el intento?

Es decir, describir un error que haya cometido en mi vida laboral y profesional, porqué creo que fue un error, como debería haber actuado y qué he aprendido.

En la profesión de la educación social errar, no solo es de sabios, si no que es algo muy común.

Comencé a bucear entre mil errores, malentendidos, complicaciones, de uno u otro trabajo. Pero dejé que fuera mi mente y mi emoción la que trajera un error, que recuerdo con posibilidad de mejora.

Limitar sin afecto: el caso Luis

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El contexto en el que se produjo es en pisos terapéuticos para personas con problemas de adicción y/o toxicomanías. Recuerdo que estabamos realizando la reunión terapéutica de los martes. Estávamos todos los profesionales implicados: dirección del centro, coordinadora, trabajadora social, educador@s sociales, integrador@s sociales, responsable de farmacia y mantenimiento y psicóloga.

En esas reuniones se trabajaba la manera de abordar cada caso. Se analizaba de manera integral a la persona, y finalmente se concluía con una devolución semanal en que enfatizávamos aquello que debía mejorar y aquello que había mejorado.

Había una persona, de la cuál era tutor, lo llamaré Luis, que me había manifestado, de una manera bastante correcta, que no se sentía bien en el taller de teatroterapia, que no le veía el sentido y que venía a desgana. Que había estado yendo por no saltarse ninguna norma del centro, pero me pedía por favor no realizarlo.

Trasladé esta información al equipo terapéutico, y estuvimos hablando de la necesidad de trabajar la frustración ante contextos/personas con los que uno no escoge relacionarse (compañero@s de trabajo, jef@s, etc.) y  la necesidad de escuchar y tener en cuenta el desacuerdo de la persona.

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Como marco, la tipología de este centro terapéutico, es directiva. Al inicio de tratamiento, punto en el que estaba Luis, la persona no tiene casi margen de movimiento. No pueden utilizar por ejemplo el movil, siempre van acompañados, y todo lo que plantean tiene que ser valorado por el equipo terapéutico. Ese es el elemento de control.

El problema surgió cuando la profesional de teatroterapia, llamó en mitad de la reunión de equipo terapéutico, para decir que Luis había boicoteado la sesión de teatroterapia, diciendo que era una «mierda» y que yo le había dado permiso para no asistir a la misma.

Dirección, al escuchar esta versión se envalentonó diciendo que eso no podía permitirse y que la devolución era que o bien aceptaba ese taller o bien podía marcharse del recurso. Justamente en ese momento subía Luis a oficinas preguntando por mí.

Pero cuál fue la sorpresa que tuvo al ver que primero salía la directora del centro y yo detrás, intentando mediar en el asunto. Sin embarbo, en mitad de la entrada, habiendo otros usuarios del centro, le dijo que tenía terminantemente prohibido no asistir a teatroterapia y que su comportamiento debía ser ejemplar o allí tenía la puerta.

Mi rol se desdibujó, precisamente, porque yo debía establecer un vínculo de confianza, y mediar para poder «él» no ir a teatroterapia o por lo menos renegociar su asistencia. Hubo rifi rafe…. entre Luis y dirección y en mitad del enfado Luis me dijo:

Me has fallado, porque no me has defendido frente a dirección, y tú eres el único que me puedes defender. Ya no puedo confiar más en tí. No me voy a ir de aquí, voy a cumplir las órdenes, pero no estoy de acuerdo con vuestras respuestas.

Si analizo la situación des de fuera, veo totalmente lógico, que se hubiera visto atacado, indefenso, sin apoyos, y es normal que me cuestionara.

De hecho pienso que parte del asunto se hubiera resuelto de mejor manera hablando en un despacho y no de manera impulsiva.

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Tardé muchos meses en volverme a ganar su confianza, unos meses que fueron muy difíciles, porque durante un proceso terapéutico, se producen muchos altibajos, y cada pequeño bache con aquellos que representávamos el poder de la institución (básicamente el equipo terapéutico), le remitía a aquel momento en que se sintió vulnerable, como un eco de otros momentos de vulnerabilidad que había tenido a lo largo de su vida y que le habían llevado al consumo.

Es díficil resolver la situación, porque sucedió una actuación no pactada por el equipo terapéutico y no es raro que haya decisiones en las que no todos los miembros estén de acuerdo. Des de luego, hubiera tenido que mediar con dirección, para que no hubiera ninguna devolución en caliente, si no, de manera meditada, contextualizando las dificultades de Luis, teniendo en cuenta las aportaciones tanto mías como del resto del equipo.

Romper la confianza de una persona, es sumamente delicado y doloroso, y más cuando las personas tienen muchas grietas de otras caídas, grietas que producen las drogas, las ausencias de figuras de afecto, duelos mal resueltos… Una cosa es que la persona tenga que aumentar su capacidad para afrontar la vida con menor frustración (por ejemplo, tolerar el realizar el taller quincenalmente), y otra intentar que el camino le sea más difícil (obligarle a elegir entre el taller o el tratamiento).

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Para poner un límite lo que hay que hacer como profesionales es entrever cómo ese límite afectará a corto, medio y largo término a la persona. Y conforme se vaya fortaleciendo su autoestima, aumentar la intensidad, para que gane de mayor autocontrol y capacidad de contención. Si no se interiorizan los afectos, tampoco se pueden interiorizar los límites.

Ya que he comentado esta experiencia, si quereís compartir experiencias laborales similares o que os hayan hecho reflexionar sobre vuestra profesión, estaré encantado de leerlas; ya sea de educación social, arteterapia, inserción laboral o cualquier otra profesión de ámbito social.

un abrazo a tod@s l@s educador@s sociales.

Por supuesto a mis otras amadas profesiones, como son arteterapeutas e insertor@s laborales.

Enlaces de interés (están en idioma catalán todos):

  • Viu l’educació social (cat)
  • Carnaval de blogs (cat)
  • Celebrem i construïm la professió (cat)

Si queréis participar en la celebración podéis usar alguno de los siguientes hashtags

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#DiaES #Edusoday2018 #Thefinestjobintheworld

Educación social y adicciones

Me encuentro en mitad de la avenida de Roma, en un día lluvioso de Barcelona. Varias personas me han dicho que va a llover y mucho. El aire golpea mi espalda y estoy reflexionando. Ahora puedo permitírmelo con más calma porque acabo de salir de trabajar.

Hay un balcón de esos que tienen los alambres curvados que sobresalen un poco, con esa especie de remate metálico que da la vuelta hacia si mismo. Delante de mí tengo una hilera de palmeras pequeñas, con el tronco lleno de hojas entrelazadas, parece una trenza que nace del suelo y acaba en el cielo.

Y paralelamente, para mí alegría, a mi derecha hay una fila de plataneros, con su pequeña plaga de polen e insectos de color blanco, que se posan por todos los lados.

Los coches no paran de circular,  algunas personas siguen trabajando mientras otras han salido ya del trabajo.

Estoy a punto de finalizar la segunda parte del libro de Kalr Ove Mi Lucha y no sé muy bien porqué lo estoy leyendo. Me recuerda la importancia de narrar la biografía, pero al pensar en narrar la propia…hay que enfrentarse a tantos demonios y derrotar tantos tabúes que la tarea se hace inasumible.

El otro día pensaba en la idea social sobre las personas que tienen problemas de adicción y a la vez, la imagen que tengo yo. Llevo casi dos años con personas que han probado casi todo tipo de drogas (o tóxicos). Tienen tantos nombres que a uno le cuesta acostumbrarse: yonquis, drogadictos, enganchados, viciosos…

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Pero la realidad de las drogas es demasiado heterogénea como para que pueda ser resumida en una sola imagen, y aún así en los imaginarios populares solo aparece gente demacrada, totalmente destruida y consumida, un sedimento más relacionado con la época de los ochenta, las jeringuillas y la heroína que con la actualidad. Me encuentro con personas que han pasado una temporada en una comunidad terapéutica y que cuando vienen al pisos de reinserción están más repuestos física y emocionalmente.

El trabajo es arduo, no es para nada sencillo, pero es una oportunidad y un reto constante. Tener un enganche, una dependencia, dejarlo todo para ser consumidos por una droga, evaporarse y desaparecer en cada calada, raya o trago… es comprensible. No puedo dejar de comprender que haya gente que arruine su vida, que desconecte del mundo y que se enganche, porque la vida muchas veces es eso, un pozo de insatisfacción constante, un cúmulo de responsabilidades cuyo sentido se pierde en una ristra de quehaceres. En medio de ese torbellino rutinario aparece un hueco, un vacío, un agujero que todo lo engulle.

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Entonces estas personas pasan de soportar la vida a ser incorporadas en una vida que se sostiene a partir de un estado influido por la droga. La vida no puede vivirse sin ese estado, es menos vida, es una pared frágil, más porosa. Y cuando verdaderamente se sostienen sin la droga, con la inmensa cantidad de fármacos que les recetan médicos y psiquiatras, les parece que todavía no pueden. ¿Es normal sentir esto que siento? No puedo soportar vivir sintiendo lo que siento en este momento y todavía me quedan 23 horas por vivir. Se hace imposible lo cotidiano y solo queda como escapatoria el próximo chute, la próxima dosis, el próximo escape. Paralelamente se inicia una confabulación mental para volver a la droga cuanto antes, ocupando minutos, horas y días en esa tarea de vuelta al refugio de lo soportable.

Entre esas aguas de incesante lucha y ambivalencia, de encuentro y desencuentro, es desde donde hay que establecer un vínculo que reconozca las dificultades pero que ponga límites a la transgresión. Porque en la adicción, la compulsión es desaforada, y ya nada es suficiente, todo falta, falta el padre, la madre, los hermanos, el mundo, y solo hay hambre de soledad, de contacto con uno mismo que solo logra establecerse mediante el tóxico.

Entonces es cuando aparece el educador social, que hace de educador social y también de terapeuta, es una mezcla curiosa e interesante, para proponer un pacto: yo no puedo ser tu droga, ni siquiera puedo sostenerte, no confío al 100% en ti y dudo de tus posibilidades porque debes demostrar(te)me que hay una parte de ti que quiere cambiar, pero  igualmente voy a estar presente en cada uno de tus pasos.

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A diferencia de otros ámbitos, decirle a la persona que va a conseguirlo, es engañarla. Porque conseguirlo puede implicar dejar las drogas para siempre. Ningún vínculo, muy fuerte que sea puede lograr esa tarea tan complicada. La confianza plena, el apoyo ante todas sus acciones, acertadas y desacertadas,  es engañarte con que todo lo puedes conseguir. Precisamente esa es la promesa de la droga, puedo tenerlo todo. En cambio, cuando se le dice que lo que se puede conseguir es parcial, la cosa cambia. Si no todo lo puedo conseguir, tampoco puedo estar sintiéndome bien todo el día. Sentirse bien todo el día no es síntoma de normalidad, si no una fantasía prometida por la droga. De esta manera poco a poco va a poder tolerar una cierta cantidad de malestar que no limite las áreas sociales, laborales, formativas, familiares o de ocio.

¿Así debo vivir, con esta falta? Yo no quiero vivir con esta falta, quiero lo que antes tenía; un estado en el que desaparecía y a la vez estaba. Y la realidad vuelve reaparece irrumpiendo con fuerza: tu no puedes tener el efecto mediante la droga, porque tus relaciones, tu economía, se llenó de deudas, de impagos, de relaciones truncadas, de apuestas incumplidas…, de dolor y de culpa. Lo que si puedes hacer es empezar a construir un artefacto mediante el cuál pueda ser soportable la vida.

Ese es el papel del educador social, facilitar las herramientas para que la persona construya su artefacto. Y quién diga que tiene la llave exacta, y que ha curado a muchas personas con problemas de adicción, miente. Se pone en una lógica de la droga que todo lo puede.

A veces me coloco en una posición en que le digo a la persona que: Podré acompañarte mientras la droga no te aleje de mi , y debes elegir entre la droga y yo, porque no soy compatible con la droga, no puedo ni quiero compartirme con la droga.

Quizá, en otros momentos de mi vida, frente a otras personas y problemáticas, mi propuesta hubiera sido crear vínculos en que la persona pudiera escoger si quiere drogarse o no, pero verdaderamente, en este ámbito, por lo menos al inicio de un tratamiento no es posible escoger. Es necesario construir el artefacto que le haga soportable vivir. Luego, más adelante, quizá, con el paso de muchos años, podrá sostener un consumo que no le haga perder la vida.

La estructura del escapista «EX»

¿Qué es una familia estructurada? ¿Qué es una familia “con riesgo de “? ¿Qué es una familia desestructurada? Y yo me puse a analizar su familia. Pensé: “Pues tiene una madre, un padre, una hermana y un gato”. Entonces hasta ahí debe estar estructurada. Pero debe ser que cómo no les funciona el radiador ahí empieza la desestructura.”
Entonces mágicamente aparecí en el weblog de Larateta. Ella hablaba de la película “La pequeña Miss Sunshine” que muestra una familia supuestamente ¿estructurada?¿desestructurada?Ahora que tan de moda está el término desestructurado, fracaso escolar, en riesgo de y la famosa partícula ex:
-Ex — ama de casa
-Ex — toxicómano
-Ex — radiactivo
-Ex — drogadicto
-Ex — alcohólico
-Ex — modelo y ahora cantante, actriz y ama de llaves (¡y ex-presentadora también!)
-Ex — futbolista
-Ex — presidiario
Y una larga lista de “ex” que solo sirven para recordar lo que se fue y no lo que se es siempre: PERSONA (¿conocéis a alguien que haya sido ex –persona? (…)
¿Qué se debe hacer para llegar a ser una “familia fracasada»?
Pues yo no conozco a madres y padres perfectos y perfectas. No conozco a hijos sanos y sanas brillantes y maravillosos, ni conozco a personas que no tengan problemas. Así que no entiendo porqué a algunas familias se les tilda dedesestructuradas. Creo, humildemente lo digo, que al final acaban precipitando hacia ello, algunos supuestos profesionales ,que siguen utilizando ese lenguaje tan estereotipado y SIN SENTIDO.
Así que vayamos con criterio y sobretodo crítica para desgranar estas pequeñas trampas del lenguaje que por el hecho de la repetición acabamos utilizando cómo mariposillas en el campo, alegremente, y con la inocencia de una persona que no observa aquello que pronuncian sus labios.
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Taller de reminiscencia 2013

Taller de Reminiscencia

El lunes 26 y el martes 27 se realizó en Fundació Alzheimer Cataluña una experiencia piloto reminiscencia  para profesionales del ámbito de las personas mayores con respecto. Esta experiencia nace de la Xarxa Europea de reminiscencia (The Europe reminiscence network) comandada por la enérgica Pam Schweitzer.  Esta Red Europea nació en 1993 y tiene como objetivo compartir experiencias entre diferentes países y culturas en relación al trabajo con la reminiscencia y a la vez promover las buenas prácticas del trabajo en reminiscencia.

El trabajo en reminiscencia, si bien lo había abordado en el posgrado de Expresión-Comunicación, con «nombre propio» lo conocí a través de Raul Vilar (educador social, responsable de la ong Amics de la Gent Gran de la delegación de Barcelona y  de Santa Coloma de Gramanet) . Recuerdo que por casualidades de la vida lo tuve de coordinador en unas suplencias en casales de gent gran y que despedía un proyecto, largo con la fundación Pere tarres. Volví a coincidir con él y con Javier Irujo (trabajador social en la Fundació Enllaç, entidad que tiene como misión proteger el bienestar de las personas #LGTBI y de su entorno en situaciones de vulnerabilidad y dependencia).

Dinámica T. ReminiscenciaDinámica T. Reminiscencia

Al cabo de poco me llamó para decirme que se iniciaba el proyecto piloto para realizar la formación en Reminiscencia que él ya había realizado directamente con Pam Schweitzer en Inglaterra. Poco antes me había mostrado videos y me explicaba, con entusiasmo, lo importante que para él era esta formación y lo interesante de poder hacerla extensiva al mayor número de personas, para que el trabajo con personas mayores fuera lo más rico posible.

Ha sido una experiencia muy grata. En primer lugar porque las personas que formaban parte del grupo provenían del ámbito de la psicología, el trabajo social, y la educación social. Eso ya de por sí hace que el trabajo sea interesante puesto que se pueden intercambiar puntos de vista entre distintos profesionales.

En segundo lugar la dinamización de la formación ha sido muy natural, espontánea y cercana. La estructura que pretendían mostrar era compleja ya que es un taller sobretodo vivencial, pero había contenido teórico, que se ubicó más hacia el final. Ya se nos advirtió que era una pequeña introducción a la reminiscencia y que para poder obtener el título sería necesario realizar, como practicantes, un taller de reminiscencia de ocho sesiones, preferiblemente en un centro de dia, geriátrico o institución dónde hubiera personas mayores.

En cuando al caso práctico, parto con ventaja debido a mi experiencia en el taller Viatge d’anada i tornada que aunque yo nunca lo llamé reminiscencia si aparecen elementos que tienen algo en común con lo trabajado:

  • El objeto simbólico
  • El objeto como evocador
  • El recorrido simbólico (a través de experiencias sensitivas, sensoriomotoras, cognitivas)
  • La atención centrada en la persona (importancia de la persona y no tanto de su patología)
  • La dramatización, improvisación e instalación (el juego como elemento relacional)
  • La interrelación de distintaos lenguajes: como pueda ser expresión plástica, corporal, expresión dramática, expresión musical

Lo interesante del taller de reminiscencia es esa adaptación que realiza el/la tallerista siempre con revisión a la situación de cada persona que hay en el grupo. Esa adaptación es fundamental con personas que tienen algún tipo de dificultad.

Caja de vidaCaja de Vida

Ahora si, yendo a la parte del taller, he disfrutado sobretodo la parte de confección de una rudimentaria caja de vida. Una caja de vida vendría a ser una construcción simbólica a partir de fragmentos, objetos o collage  de la biografía de una persona. Es la creación de un objeto que me parece sumamente interesante y que en una propuesta de arteterapia sería difícil de llevar a cabo porque es en primera persona. (Y en arteterapia no se trabaja directamente con lo real de la propia vida biográfica).

Me resulta muy interesante dignificar a las personas, diciendoles que la experiencia subjetiva, la vivencia de lo que han vivido, los materiales que han escogido (o la música, distribución, etc.) es importante. ¿Porqué? Porque son ellos y ellas quienes escogen, quienes deciden destacar un aspecto u ocultar otro.

caja de vida caja de vida

Además aparece el juego a través de la improvisación como elemento cohesionador, y el salirse de los propios roles (para aquel que pueda y quiera) son sumamente interesantes. En las propuestas de improvisación se han recreado etapas de la vida, como pudiera ser una boda, la primera comunión, improvisar cómo era un determinado trabajo o describir caminando cómo era la primera casa dónde vivimos.

Ya no se trata de entretener personas mayores ofreciéndoles «plástica infantil» (ya realicé un artículo dónde criticaba el acompañamiento en algunas residencias de personas mayores)  si no que se trata de cocrear con las personas mayores. Con cada persona mayor. Se utiliza un rol implicado por parte del dinamizador, que es el primero en jugar, proponer, improvisar, etc.

Por todo ello agradezco a  Raül Vilar  a Duna Ulsamer  y a María del Hoyo por haber contado con mi presencia y por haberme invitado a esta prueba piloto. Espero que puedan continuar con el proyecto de la Xarxa de Reminiscencia Europea, para que así los talleres de reminiscencia puedan llegar a todas las personas, sean de centros de día, de residencias, de casales, centros cívicos, etc.

 

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El informe contínuo, el informe de nadie

No puedo evitar cabrearme cuando veo un informe clínico de una persona a secas.

En las reuniones en el sociosanitario se conoce a los pacientes a partir de su informe clínico, informe social, informe psicológico, informe médico, informe de fisioterapia, barthel, enfermería…

De tal manera que cuando ingresa una persona y el equipo técnico se reúne, a este paciente se le conoce a partir de narraciones esparcidas en el tiempo.

¿Que tiene más verdad, lo que diga la persona sobre si o lo que otros hayan dicho sobre ella?

Sin prisas lo respondo; lo que otros hayan dicho sobre ella. Que si tiene depresión, hipertensión, familia desestructurada –imposibilidad de retorno a domicilio-, problemas de enolismo, fue operado de un tumor en la próstata…

Llega un momento en que como profesional o me insensibilizo, o me vuelvo crítico con los términos que se manejan en esta jerga burocrática, que por un lado es muy funcional, no debemos leerlo superficialmente.

Y yo me pregunto ¿Que es eso? ¿Adonde me quieren llevar? ¿Es ese -el informe- mi punto de partida para establecer objetivos «eficientes» para la persona?

¿Como voy a saber de la persona sin la persona?

Por eso las etiquetas me producen hastio, sobretodo aquellas que se instalan en diagnósticos sin margen de duda.Debemos dar espacio a la persona, y con eso quiero decir, que el profesional no mire por encima del hombro de la persona si no que trabaje CON la PERSONA y DESDE la PERSONA.


¿Somos programadores o personas que acompañan a otras personas en sus dificultades para que puedan empoderarse de los destinos de su propia vida?

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